jueves, 30 de junio de 2011

Contenido

Ahora si se jodió
G.G.M.

Jeroglíficos ancestrales míticos-
Menean su poder metafísico
Para recordarme las letras del pasado,

Letras grises, viejas
Algunas banales y agrias
Otras floridas y correctas

Que trascienden
O ni inmutan
El parloteo del zancudo de la noche.

Largos y repetidos
Jeroglíficos ancestrales
Me traen las letras de otros

La tradición irrompible
De la fortalecedora palabra
Con hilachas de mango

Que me enredan los dientes
Y entretienen mi lengua/ para
Que mi lengua y mis dientes se distraigan

De su tradicional tarea.
Propongo mis recuerdos
Como vigías del lenguaje

Que uso pero no recuerdo,
Que gusto pero no percibo
Como viejas monedas gastadas por el roce del uso.

***
Acaso me sienta mejor
Hablando del lenguaje/ que
Lenguajiando del hablar

Sin saber bien
Si es esta la ruta/ o el sueño
Que me guiará a la hamaca de tus senos.
***
Te construyo edificios
Fósiles
Que luego destruiré a la llegada de la noche.

Espectros multiformes
Se avistan ya/ desde el borde
De mi cama con desorden,
Soy joven en este mundo estúpido.
Y Satori hace el mundo tierra céntrico
Para aumentar este mareo de sintí.

Cada vez los límites son
Reductos del viento de / mis
Labios, que me hacen débil y recaedor.

Estoy contagiado de
Malas y grotescas letras
Con las que hago un intento

Infructífero, indeseable
A la lectura reminiscente
Del beso, que te di mañana,

O te daré antier.
Que será que es.
Por favor, habita el sonido, que es lo último,

Lo esdrújulo.





Con el tiempo

Después de un tiempo, uno aprende la sutil diferencia  entre sostener una mano y encadenar un alma; y uno aprende que el amor no significa acostarse y que una compañía no significa seguridad, y uno empieza a aprender...
Que los besos no son contratos y los regalos no son  promesas, y uno empieza a aceptar sus derrotas con la cabeza alta y los ojos abiertos, y uno aprende a construir todos sus caminos en el hoy, porque el terreno de mañana es demasiado inseguro para planes... y los futuros tienen una forma de caerse en la mitad.
Y después de un tiempo uno aprende que si es demasiado, hasta el calor del sol quema. Así que uno planta su propio jardín y decora su propia alma, en lugar de esperar a que
alguien le traiga flores.
Y uno aprende que realmente puede aguantar, que uno realmente es fuerte, que uno realmente vale, y uno aprende y aprende... y con cada día uno aprende.
Con el tiempo aprendes que estar con alguien porque te ofrece un buen futuro significa que tarde o temprano querrás volver a tu pasado.
Con el tiempo comprendes que sólo quien es capaz de amarte con tus defectos, sin pretender cambiarte, puede brindarte toda la felicidad que deseas.
Con el tiempo te das cuenta de que si estás al lado de esa persona sólo por acompañar tu soledad, irremediablemente acabarás deseando no volver a verla.
Con el tiempo entiendes que los verdaderos amigos son contados, y que el que no lucha por ellos tarde o temprano se verá rodeado sólo de amistades falsas.
Con el tiempo aprendes que las palabras dichas en un momento de ira pueden seguir lastimando a quien heriste, durante toda la vida.
Con el tiempo aprendes que disculpar cualquiera lo hace, pero perdonar es sólo de almas grandes.
Con el tiempo comprendes que si has herido a un amigo duramente, muy probablemente la amistad jamás volverá a ser igual.
Con el tiempo te das cuenta de que aunque seas feliz con tus amigos, algún día llorarás por aquellos que dejaste ir.
Con el tiempo te das cuenta de que cada experiencia vivida con cada persona es irrepetible.

miércoles, 22 de junio de 2011

Capitulo 32

Bebé Rocamadour, bebé, mon bebé. Rocamadour :

    Rocamadour, ya sé que es como un espejo. Estás durmiendo o mirándote los pies. Yo aquí sostengo un espejo y creo que sos vos. Pero no lo creo, te escribo porque no sabes leer. Si supieras no te escribiría o te escribiría cosas importantes. Alguna vez tendré que escribirte que te portes bien o que te abrigues. Parece increíble que alguna vez, Rocamadour. Ahora solamente te escribo en el espejo, de vez en cuando tengo que secarme el dedo porque se moja de lágrimas. ¿ Por qué, Rocamadour ? No estoy triste, tu mamá es una pavota, se me fue al fuego el borsch que había hecho para Horacio; vos sabés quién es Horacio, Rocamadour, el señor que el domingo te llevó el conejito de terciopelo y que se aburría mucho porque vos y yo nos estábamos diciendo tantas cosas y él quería volver a París; entonces te pusiste a llorar y él te mostró como el conejito movía las orejas; en ese momento estaba hermoso, quiero decir Horacio, algún día comprenderás, Rocamadour.

    Rocamadour, es idiota llorar así porque el borsch se ha ido al fuego. La pieza está llena de remolacha, Rocamadour, te divertirías si vieras los pedazos de remolacha y la crema, todo tirado por el suelo. Menos mal que cuando venga Horacio ya habré limpiado, pero primero tenía que escribirte, llorar así es tonto, las cacerolas se ponen blandas, se ven como halos en los vidrios de la ventana, y ya no se oye cantar a la chica del piso de arriba que canta todo el día Les amants du Havre. Cuando estemos juntos te lo contaré, verás. Puisque la terre est ronde, mon amour t'en fais pas, mon amour, t'en fais pas...Horacio la silba de noche cuando escribe o dibuja. A ti te gustaría, Rocamadour. A vos te gustaría, Horacio se pone furioso porque me gusta hablar de tú como Perico, pero en el Uruguay es distinto. Perico es el señor que no te llevó nada el otro día pero que hablaba tanto de los niños y la alimentación. Sabe muchas cosas, un día le tendrás mucho respeto, Rocamadour, y serás un tonto si le tienes respeto. Si le tenés, si le tenés respeto, Rocamadour.

    Rocamadour, madame Irène no está contenta de que seas tan lindo, tan alegre, tan llorón y gritón y meón. Ella dice que todo está muy bien y que eres un niño encantador, pero mientras habla esconde las manos en los bolsillos del delantal como hacen algunos animales malignos, Rocamadour, y eso me da miedo. Cuando se lo dije a Horacio, se reía mucho, pero no se da cuenta de que yo lo siento, y que aunque no haya ningún animal maligno que esconde las manos, yo siento, no sé lo que siento, no lo puedo explicar. Rocamadour, si en tus ojitos pudiera leer lo que te ha pasado en esos quince días, momento por momento. Me parece que voy a buscar otra nourrice aunque Horacio se ponga furioso y diga, pero a ti no te interesa lo que él dice de mí. Otra nourrice que hable menos, no importa si dice que eres malo o que lloras de noche o que no quieres comer, no importa si cuando me lo dice yo siento que no es maligna, que me está diciendo algo que no puede dañarte. Todo es tan raro, Rocamadour, por ejemplo me gusta decir tu nombre y escribirlo, cada vez me parece que te toco la punta de la nariz y que te reís, en cambio madame Irène no te llama nunca por tu nombre, dice l'enfant, fíjate, ni siquiera dice le gosse, dice l'enfant, es como si se pusiera guantes de goma para hablar, a lo mejor los tiene puestos y por eso mete las manos en los bolsillos y dice que sos tan bueno y tan bonito.

    Hay una cosa que se llama tiempo, Rocamadour, es como un bicho que anda y anda. No te puedo explicar porque eres tan chico, pero quiero decir que Horacio llegará en seguida. ¿ Le dejo leer mi carta para que él también te diga alguna cosa ? No, yo tampoco querría que nadie leyera una carta que es solamente para mí. Un gran secreto entre los dos, Rocamadour. Ya no lloro más, estoy contenta, pero es tan difícil entender las cosas, necesito tanto tiempo para entender un poco eso que Horacio y los otros entienden en seguida, pero ellos que todo lo entienden tan bien no te pueden entender a ti y a mí, no entienden que yo no puedo tenerte conmigo, darte de comer y cambiarte los pañales, hacerte dormir o jugar, no entienden y en realidad no les importa, y a mí que tanto me importa solamente sé que no te puedo tener conmigo, que es malo para los dos, que tengo que estar sola con Horacio, vivir con Horacio, quién sabe hasta cuándo ayudándolo a buscar lo que él busca y que también buscarás, Rocamadour, porque serás un hombre y también buscarás como un gran tonto.

    Es así, Rocamadour: En París somos como hongos crecemos en los pasamanos de las escaleras, en piezas oscuras donde huele a sebo, donde la gente hace todo el tiempo el amor y después fríe huevos y pone discos de Vivaldi, enciende los cigarrillos y habla como Horacio y Gregorovius y Wong y yo, Rocamadour, y como Perico y Ronald y Babs, todos hacemos el amor y freímos huevos y fumamos, ah, no puedes saber todo lo que fumamos, todo lo que hacemos el amor, parados, acostados, de rodillas, con las manos, con las bocas, llorando o cantando, y afuera hay de todo, las ventanas dan al aire y eso empieza con un gorrión o una gotera, llueve muchísimo aquí, Rocamadour, mucho más que en el campo, y las cosas se herrumbran, las canaletas, las patas de las palomas, los alambres con que Horacio fabrica esculturas. Casi no tenemos ropa, nos arreglamos con tan poco, un buen abrigo, unos zapatos en lo que no entre el agua, somos muy sucios, todo el mundo es muy sucio y hermoso en París, Rocamadour, las camas huelen a noche y a sueño pesado, debajo hay pelusas y libros, Horacio se duerme y el libro va a parar abajo de la cama, hay peleas terribles porque los libros no aparecen y Horacio cree que se los ha robado Ossip, hasta que un día aparecen y nos reímos, y casi no hay sitio para poner nada, ni siquiera otro par de zapatos, Rocamadour, para poner una palangana en el suelo hay que sacar el tocadiscos, pero donde ponerlo si la mesa está llena de libros. Yo no te podría tener aquí, aunque seas tan pequeño no cabrías en ninguna parte, te golpearías contra las paredes. Cuando pienso en eso me pongo a llorar, Horacio no entiende, cree que soy mala, que hago mal en no traerte, aunque sé que no te aguantaría mucho tiempo. Nadie se aguanta aquí mucho tiempo, ni siquiera tú y yo, hay que vivir combatiéndose, es la ley, la única manera que vale la pena pero duele, Rocamadour, y es sucio y amargo, a ti no te gustaría, tú que ves a veces los corderitos en el campo, o que oyes los pájaros parados en la veleta de la casa. Horacio me trata de sentimental, me trata de materialista, me trata de todo porque no te traigo o porque quiero traerte, porque renuncio, porque quiero ir a verte, porque de golpe comprendo que no puedo ir, porque soy capaz de caminar una hora bajo el agua si en algún barrio que no conozco pasan Potemkin y hay que verlo aunque se caiga el mundo, Rocamadour, porque el mundo ya no importa si uno no tiene fuerzas para seguir eligiendo algo verdadero, si uno se ordena como un cajón de la cómoda y te pone a ti de un lado, el domingo del otro, el amor de la madre, el juguete nuevo, la gare de Montparnasse, el tren, la visita que hay que hacer. No me da la gana de ir, Rocamadour, y tú sabes que está bien y no estás triste. Horacio tiene razón, no me importa nada de ti a veces, y creo que eso me lo agradecerás un día cuando comprendas, cuando veas que valía la pena que yo fuera como soy. Pero lloro lo mismo, Rocamadour, me equivoco, porque a lo mejor soy mala o estoy enferma o un poco idiota, no mucho, un poco pero eso es terrible, la sola idea me da cólicos, tengo completamente metidos para adentro los dedos de los pies, voy a reventar los zapatos si no me los saco, y te quiero tanto, Rocamadour, bebé Rocamadour, dientecito de ajo, te quiero tanto, nariz de azúcar, arbolito, caballito de juguete ... 

Elogio de la Sombra

La vejez (tal es el nombre que los otros le dan) 
puede ser el tiempo de nuestra dicha. 
El animal ha muerto o casi ha muerto. 
Quedan el hombre y su alma. 
Vivo entre formas luminosas y vagas 
que no son aún la tiniebla. 
Buenos Aires, 
que antes se desgarraba en arrabales 
hacia la llanura incesante, 
ha vuelto a ser la Recoleta, el Retiro, 
las borrosas calles del Once 
y las precarias casas viejas 
que aún llamamos el Sur. 
Siempre en mi vida fueron demasiadas las cosas; 
Demócrito de Abdera se arrancó los ojos para pensar; 
el tiempo ha sido mi Demócrito. 
Esta penumbra es lenta y no duele; 
fluye por un manso declive 
y se parece a la eternidad. 
Mis amigos no tienen cara, 
las mujeres son lo que fueron hace ya tantos años, 
las esquinas pueden ser otras, 
no hay letras en las páginas de los libros. 
Todo esto debería atemorizarme, 
pero es una dulzura, un regreso. 
De las generaciones de los textos que hay en la tierra 
sólo habré leído unos pocos, 
los que sigo leyendo en la memoria, 
leyendo y transformando. 
Del Sur, del Este, del Oeste, del Norte, 
convergen los caminos que me han traído 
a mi secreto centro. 
Esos caminos fueron ecos y pasos, 
mujeres, hombres, agonías, resurrecciones, 
días y noches, 
entresueños y sueños, 
cada ínfimo instante del ayer 
y de los ayeres del mundo, 
la firme espada del danés y la luna del persa, 
los actos de los muertos, 
el compartido amor, las palabras, 
Emerson y la nieve y tantas cosas. 
Ahora puedo olvidarlas. Llego a mi centro, 
a mi álgebra y mi clave, 
a mi espejo. 
Pronto sabré quién soy.

El Recinto

No servía de nada mantener los ojos bien abiertos, todo era solo ese manto de oscuridad que hacía días me venía cubriendo y hasta me acosaba. Di vueltas y vueltas buscando, tratando de encontrar un cerrojo, una puerta, por lo menos una hendija donde hundir mis dedos y recuperar algo de esperanza, todo esto bogando por mi libertad, que profesaba mi mano izquierda.

Bajé la mirada e invoqué a un dios omnipotente que guardiaba los laberintos del Grúfalo u Osiris, planeé una farsa adoradora, con inclinaciones y postrimerías vanas tratando de encontrar algún tipo de ayuda, un amuleto que me diera la salida de ese recoveco, de ese oscuro pasaje.

Hice doler mi cabeza tratando de recordar rezos de vudú, avemarías, histriónicos mantras cubiertos de estupor, llenando ese oscuro espacio de leves y constantes musitaciones. Pero nada sucedía.

Decidí sentarme a darle tiempo al tiempo, para ver si algo ocurría. Y empezaron a llegar colores luminosos a la parte de atrás de mis retinas: azul turquesa de mi viaje al mar, ladrillo naranja de mi estadía en la Universidad de Cali, negros cuervos e las vacaciones en el campo.

Me infundí paciencia recordando las sabias palabras de Saramago: “Se dañó el ascensor pero aún quedan las escaleras”, paciencia y alguna cosa ha de pasar con todo ese positivismo.

Apreté los párpados contra mis ojos, haciendo memoria, y creí reconocer los signos que se iban dando para que yo cayera en este oscuro cubículo indescifrable.

Llevé bastante tiempo encerrada- y eso que el tiempo es invariable- que no supe si habían sido unas horas o meses o años completos, la oscuridad todo lo trastoca hacía el olvido.
Dejé escrito un testamento que testimonió:

Yo, Narada, sin apellido alguno que recuerde, me declaro fiel servidora de los candiles.
Esta noche es primordial; hubo en el cielo peleando dragones, eso espero, y al fin sucedió mi transformación de niña a mujer: mi primera sangre y no se bien cuales son los pasos a seguir para liberarme, me he mantenido atenta hasta en la duermevela de incesantes noches. He gritado hasta el cansancio, he recorrido mis antiguos pasos  para- por si muero- irme tranquila, he guardado silencio sepulcral, manteniendo ese deseo inicial aún intacto, he querido poder matarme y lo único que llega a mi cabeza  es un color: blanco blanco blanco.
He refilado mi agudeza visual en ese recuerdo y no he podido descifrarlo  de compacta manera. Dejo este mundo, si este es mi definitivo fin, dando mis múltiples posesiones al olvido. Me dedicaré a olvidar.

Y luego de eso me encontré la alegre puerta que me daría la libertad. Verde y con flores, bailarinas mariposas que deshabitaban  todo lo oscuro, se posaron en mi boca para darme esta, triste pero colorida, libertad, esa palabra que llega a ser tan comprometedora y efímera.
Me desperté. 

lunes, 13 de junio de 2011

Café con leche (y galletas)

A N, fotos.
“No me gusta hablar de él por hablar…”
Cap. 17
“… Apenas se entreplumaban, algo como un ulicordio los encrestoriaba…”
Cap. 68

Esa larga y tibia curva
cubierta por cedazo negro
que entrecruzas con tus dedos
largos y bienaventurados

me esperan, augurándome, con
tu ombligo
dorado por el azar del maíz
la chicha de denotado cáliz

o bien la totuma
en la que sirvo mis palabras,
agoradoras de dulces sufrimientos
y huellas en la piel,

de la que haremos escrutinio
con nuestras productoras de palabras
y sus plausibles cavidades sonoras,
cóncavas estructuras de placer.

Voy delineándote
Desde este sopor del sueño
Con el que te cubro de mi blanco manantial
Y un ahogado grito de tu beneplácito.

Te convido dulcemente
a este segundo tiempo extenso
del hedónico recorrer
para ensoñar nuestro patíbulo.

Enervemos uno a uno
nuestros sentidos del prefijo endo,
enerva mi central sentido,
enervo tu sentido central.

¿Y qué más da? 

domingo, 12 de junio de 2011

Sonne

Me hice cargo de tu luz
que desde afuera es tan hermosa

Aristimuño


Estoy callendo en el desuso de
tu mirada
cavilante y presuntuosa


de cucos ganadores de concursos,
de camas a cuadritos 
y veloces guiños lunares


que pervierten el uso de los días
y los libros
para arquear tu espalda


como sexada por el tacto
del febril
plumaje de los árboles


que te miran descuidadamente
desataviandote de
tu virginal desacato,


del arrunche de tu mirada,
y me enojo con el
letargo de mi llegada/ en 


la tarde.


Hilo lana con el huso
del tiempo
niña vibrante y valiosa


enredando caminitos muy obtusos 
de mares y caballitos 
que se guardan en tus sabanas distantes.


No te ofrezco mil miriadas
ni suspiros
o la protección con mi espada/ pero si


el ¡achís! de mi estornudo
para ahuyentar tus tristezas,
que es terreno predilecto


para hacer mil y una trizas
del galante zancudito
que se posa en tu cuellito.


Queda pues la espera triste
del sombrero y mis ojeras
de sentirte calientita


como el sol de la montaña.

miércoles, 8 de junio de 2011

Sola, sin tu cariño,
voy caminando,
voy caminando,
y no sé que hacer;
ni el cielo me contesta
cuando pregunto por ti, mi bien.

No he podido olvidarte
desde la noche,
desde la noche
en que te perdí;
sombras de duda y celos
sólo me envuelven pensando en ti.

Deja que yo te busque
y si te encuentro,
y si te encuentro,
vuelve otra vez.
Olvida lo pasado
ya no te acuerdes de aquel ayer,
olvida lo pasado
ya no te acuerdes de aquel ayer.

Mientras yo estoy dormida
sueño que vamos
los dos muy juntos
a un cielo azul,
pero cuando despierto
el cielo es rojo, me faltas tú.

Aunque yo sea culpable
de aquella triste,
de aquella triste
separación,
vuelve, por Dios, tus ojos,
vuelve a quererme, vuelve mi amor.

Deja que yo te busque
...

Sunset

Nunca he sabido bien


como estar solo,


ni como se llama el crujiente


apio


que cubre mis ensaladas.






¿Será tan dificil distinguir la soledad


de


la


emancipación de la compañía?


Quiero sanar con tomates


y


paños multicolores.




La muerte no es compañía ni grupo.


Inescrutables pedacitos de


mi corazón


están regados por el piso


de mi


vida.




¿Alguna ley gobierna lasalmendras o loscerezos?


Calles como desiertos floridos


se inmiscuyen en mis recuerdos,


en especial los de esta tarde.

Quia Nominor-Quiromancia





La lluvia golpea casi lamentándose
contra los fatídicos cristales rotos.
Espero guarecido en mis zapatos
a que el día llegue con sus mil
colores
y
sorpresas.


Pasa ávida, casi imparcial, la gaviota
de tus labios
por el tibio recuerdo de las horas.


El disco rueda circularmente bajo el
digno
interrogatorio de la aguja.


Entra en (get in) desesperación la luz amarillenta 
de las velas
contra el peso
de las sucias
y
verdes paredes.


Gritan las gotas ante el corte desesperado
de los vidrios macilentos y desgarrados


como esperando una última reconciliación
con el vaho
en el que se deshace mi boca.


Deslizo, (cuidadoso), una mano ante la madera
de 
mi
espalda.


Por cierto, 
ahí estás esperando
encontrar eufemismos
enfermizos para envolverte.


¿Será acaso posible
no enamorarse de este predibujo de tu llegada en las hojas del cartero?
Sediento estar imparcial
del viento en las
botellas vacías (verdes y azules).


¿Eres acaso leviatán
alas de paloma?
¿Eres acaso 
una congruencia del color?

Esculpir

Parto una rama delgada que divide mi paisaje.


Curvo una hoja apergaminada y despliego la tinta desde le sopor.


Balas de agua encerradas en nubes naranjas arremolinan el cielo.


Estrellas como Leones incandecentes se desacen bajo la luz del farol.


Telares de pedal aceleran el paso para darme tu cobijo.


Fueguitos como lanzas estrecahn mis ajadas manos.


Fumo delicadamente los recuerdos.


Je t'attendis Marie.

Días

Gaviota de sol/
tienes
arena de incansables recorridos,
te circundan
espesísimas lágrimas
del mar.


Esposa/ dulce
de/ y
Caín/ negligente.


Bibliofilia sagrada biblica,
que ahuyentas indeleitable.
Maquiavélica mezcla de colores.


Efemérides confiables circunstanciales
se posan en
callada sucesión de espirales.


Muros
inatajables
crecen
enhiestos
bajo la inmisericorde sombra
del Yarumo olor
de canela,
verde pasado niñez,
te escudas primaveral del 
sol.


Huyo.
Te halo.
Te muerdo.
Me deslizo
bajo
tu enmudecido sobaco.


Maullo 
incastrable,
incatastrófico.


* * *
¿Què piensas, bala,
antes de ser disparada
contra el pecho suspiador del gorrión?
* * *


¿Y qué pasa
si (axioma)
me acerco?


Me desposeo de toda / 
facultad.


Te observo desde la esferica
punta del abismo,
con la lupa 
en las yemas 
de mis dedos.
Te veo.


Adoquines dodecaédricos se
pasman ante
el mordisco 
del centauro,
bajo
la nube 
de Üqbar, 
en la
desidia de Éjkull.
Te espero.


(El avioncito cayó en Laponia).


Invalido todo dragon menopausico/
metafisco.
Desamarro toda amatista de las 
miradas.
Finiquito todos li¡os principios basados
y
envasados
en la realidad.


Circundantes
circulos 
pasmados.
Ovillos de lana para los gatos de mis pies.


Cerrojos a las bodegas de mis
guaridas.


Ah!


Ahora parto a hibernar.