Para Antonia, que.
Es tuyo, este decidido camino
no se ve bien la sal o la
caña.
Desérticas pláticas te muestran
amarilla sol y decidida/
como augurando Abril.
Ese pequeño recoveco del tiempo/
como
un flaco favor
anagrámico
deja que me sea posible leer puerilmente
las tres lineas de tus acua-ojos.
Te es
permitida la levitación
de objetos peregrinos entre
tus augorosas manos de alpiste/
te da comestible factibilidad del mucho
saber.
Veo este rojo zapato que te acompaña hasta el tobillo,
pese a que no sabe que esta oscuridad de ti trae
dolor/mantarraya-pedazo de cielo gris
que en este muerto atardecer por la noche
te pienso como caracola marina, o marítimo avioncito.
Me desocuparé en la punta de tu mirada, en la esquina de tu palabra
Te dedico ese recuerdo olvidado de la golosa
o el paseo en monareta no oxidada/
Te escribo desde esta pasmada almohada como excusa
con la llamada a cuestas/ y
tu mirada allá, en la letra
no escrita.
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