lunes, 23 de mayo de 2011

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Para Antonia, que.

Es tuyo, este decidido camino
no se ve bien la sal o la 
caña.
Desérticas pláticas te muestran
amarilla sol y decidida/
como augurando Abril.

Ese pequeño recoveco del tiempo/
como
un flaco favor
anagrámico
deja que me sea posible leer puerilmente
las tres lineas de tus acua-ojos.

Te es
permitida la levitación
de objetos peregrinos entre
tus augorosas manos de alpiste/
te da comestible factibilidad del mucho
saber.

Veo este rojo zapato que te acompaña hasta el tobillo,
pese a que no sabe que esta oscuridad de ti trae
dolor/mantarraya-pedazo de cielo gris
que en este muerto atardecer por la noche
te pienso como caracola marina, o marítimo avioncito.
Me desocuparé en la punta de tu mirada, en la esquina de tu palabra

Te dedico ese recuerdo olvidado de la golosa
o el paseo en monareta no oxidada/
Te escribo desde esta pasmada almohada como excusa
con la llamada a cuestas/ y
tu mirada allá, en la letra 
no escrita.

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