Tú eliges el lugar de la herida en donde hablamos nuestro silencio" A. Pizarnik
Ese silencio guardado, inicuo/
que perdura en la constante compañía
viene agotando mis instantes y mis días.
Todo trabajo arduo y pesaroso
hinca a un lado del camino
la piedra que es tropiezo y espanto
al latir repetitivo de mi diástole.
Y de que sirve, la palabra,
si acaso, el raspón de la conciencia
aun no cicatriza.
Requiero un cambio de cabeza
o
de un requiem.
No quiero pluma ni viento
si esta vela del barco nuestro
no tiene clara la fihista
o siquiera el siguiente punto cardinal.
(Toma la desición.
Y la palabra).
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